En una pequeña aldea a orillas de un río vivía un barquero llamado Martín, conocido por todos como «el barquero inculto». A pesar de su falta de educación formal, Martín era un hombre amable y trabajador que se dedicaba a cruzar a las personas de un lado a otro del río en su humilde bote de madera. Aunque muchos se burlaban de su falta de conocimientos, Martín siempre tenía una sonrisa y una historia que compartir con cada pasajero que abordaba su barca.
El cuento del barquero inculto
Había una vez, en un reino lejano, un barquero llamado Martín. A diferencia de los demás habitantes del pueblo, Martín nunca había ido a la escuela y no sabía leer ni escribir. A pesar de ello, era un hombre sabio en la vida y en su oficio, pues conocía el río como la palma de su mano y siempre encontraba la mejor forma de cruzarlo. Sus historias y anécdotas entretenían a grandes y chicos por igual, y su bondad era conocida en toda la región.
Cada mañana, Martín se levantaba temprano para preparar su bote y esperar a los primeros pasajeros del día. A lo largo de los años, había cruzado a infinidad de personas, desde campesinos hasta reyes y nobles. Aunque muchos se sorprendían al ver a un barquero tan humilde, pronto descubrían que la sabiduría de Martín no tenía límites, y que su corazón generoso lo convertía en un verdadero tesoro para la comunidad.
Una tarde, mientras Martín cruzaba el río con un grupo de niños, una fuerte tormenta se desató repentinamente. Las olas golpeaban con furia contra la frágil embarcación, poniendo en peligro la vida de todos. Con valentía y determinación, Martín mantuvo la calma y guió el bote hacia la orilla con habilidad y destreza, salvando a todos de un final trágico. A partir de ese día, el barquero inculto se convirtió en una leyenda en la aldea, recordado por su coraje y su generosidad para siempre.
Con el paso de los años, Martín siguió cruzando a las personas por el río, compartiendo su sabiduría y su bondad con cada viajero que se embarcaba en su bote. Aunque nunca aprendió a leer ni a escribir, Martín dejó una huella imborrable en los corazones de todos los que tuvieron el privilegio de conocerlo, demostrando que la verdadera sabiduría no se encuentra en los libros, sino en el amor y la compasión por los demás.
Y así, el barquero inculto siguió surcando las aguas del río, llevando consigo no solo a los pasajeros de un lado a otro, sino también un mensaje de humildad, coraje y bondad que perduraría por generaciones, convirtiéndolo en un héroe anónimo pero inolvidable en la historia de la aldea.