En la pintoresca ciudad de Hamelín, hace muchos años, vivía un misterioso flautista conocido por su habilidad para tocar melodías hipnóticas con su flauta mágica. La gente de Hamelín se maravillaba con su música y celebraban cada vez que el flautista recorría las calles con su instrumento.
Un día, una plaga de ratas invadió la ciudad, causando estragos en las casas y comercios. Los habitantes de Hamelín estaban desesperados, sin encontrar una solución para deshacerse de las criaturas que infestaban sus calles. Fue entonces cuando el alcalde, en un acto desesperado, decidió contratar al misterioso flautista para librar a la ciudad de las ratas.
El flautista aceptó el encargo y, con su flauta mágica, comenzó a tocar una melodía dulce y cautivadora. Al escuchar la música, las ratas salieron de sus escondites y comenzaron a seguir al flautista por las calles de Hamelín, hipnotizadas por el sonido de su flauta. Así, el flautista condujo a las ratas fuera de la ciudad, hacia un destino desconocido.
El flautista, habiendo cumplido su deber, regresó a Hamelín en busca de su recompensa. Sin embargo, el alcalde, influenciado por su codicia, se negó a pagar al flautista lo acordado. Herido en su orgullo, el flautista decidió vengarse de la injusticia cometida en su contra. Una vez más, sacó su flauta mágica y comenzó a tocar una melodía, pero esta vez no eran ratas las que acudían a su llamado.
Al escuchar la música del flautista, los niños de Hamelín, fascinados por el encantamiento de la flauta, salieron corriendo de sus casas para seguir al misterioso músico. El flautista los guió fuera de la ciudad, por un camino desconocido que los llevaría lejos de sus hogares y familias. Los padres, al percatarse de la desaparición de sus hijos, salieron en busca de ellos, pero ya era demasiado tarde.
Los niños, hipnotizados por la música del flautista, lo seguían sin darse cuenta de que se adentraban en un oscuro bosque. Allí, el flautista los condujo a una misteriosa cueva donde desaparecieron sin dejar rastro. La desesperación y el lamento se apoderaron de Hamelín, que había perdido a sus más jóvenes habitantes por la avaricia del alcalde y la venganza del flautista.
La lección de la historia de Hamelín quedó grabada en la memoria de todos: la codicia y la traición pueden traer consecuencias devastadoras. El alcalde, atormentado por su error, pidió perdón al pueblo y prometió enmendar su error. Desde entonces, cada año, en Hamelín se celebra una procesión en recuerdo de los niños perdidos, recordando la triste historia del flautista de Hamelín.