Érase una vez en una granja, vivía una gallinita roja muy valiente y trabajadora. Esta pequeña gallina siempre estaba ocupada buscando alimento para ella y sus pollitos. A pesar de su tamaño, tenía un espíritu fuerte y no temía a los desafíos que se le presentaban.
Un día, la gallinita roja encontró una semilla de trigo en el suelo y decidió sembrarla en el campo cercano a su gallinero. Con mucho esfuerzo y determinación, cavó un pequeño agujero y depositó la semilla en la tierra. Luego, con su pico, la cubrió con cuidado y la regó con unas gotas de agua fresca.
Los días pasaron y la gallinita roja cuidaba con esmero de la plantita de trigo que había crecido. Observaba cómo poco a poco se convertía en una hermosa espiga dorada que se mecía con suavidad bajo el sol. La gallinita sabía que pronto llegaría el momento de la cosecha, y estaba emocionada por el fruto de su trabajo.
Una mañana, la gallinita roja notó que la espiga de trigo estaba lista para ser cosechada. Pidió ayuda a los demás animales de la granja: el gato, el perro y el pato, pero ninguno quiso ayudarla, argumentando que era demasiado trabajo y preferían descansar. Sin embargo, la gallinita roja no se desanimó y decidió cosechar ella misma la preciosa espiga.
Armada con su fuerza y determinación, la gallinita roja comenzó a cortar la espiga de trigo con su pico. Poco a poco, logró recolectar todo el trigo y lo llevó al molino cercano para molerlo y obtener harina. A pesar de las dificultades, la gallinita no se rindió y trabajó incansablemente hasta conseguir su objetivo.
Con la harina lista, la gallinita roja decidió hornear un delicioso pan para compartir con sus amigos de la granja. Mientras el pan se horneaba, el delicioso aroma atrajo a los demás animales, quienes se acercaron curiosos. La gallinita repartió generosamente el pan entre todos, demostrando que con esfuerzo y perseverancia, se pueden lograr grandes cosas.
Los animales de la granja se sorprendieron por la determinación y valentía de la gallinita roja, y decidieron unirse para ayudarla en sus futuras aventuras. Juntos, vivieron muchas más experiencias emocionantes, compartiendo satisfacción y amistad en cada nueva tarea que emprendían.
De esta forma, la gallinita roja demostró que con trabajo duro, apoyo mutuo y una actitud positiva, se pueden superar los obstáculos y alcanzar los sueños más grandes. Su historia se convirtió en una lección de inspiración para todos en la granja, recordándoles que el esfuerzo y la solidaridad siempre traen recompensas gratificantes.