En un lejano pueblo habitaba una ratita muy presumida que siempre lucía el mejor vestido y el lazo más bonito en su cola. Esta ratita, de nombre Rosita, se pasaba el día paseando por los campos y presumiendo de su belleza ante los demás animales del lugar. Su vanidad era conocida por todos, pero eso no parecía importarle en lo más mínimo a Rosita.
Un día, mientras Rosita caminaba por el bosque, se encontró con un ratoncito muy trabajador llamado Tomás. Este ratón le ofreció una hermosa ramita de flores silvestres como regalo, gesto que Rosita despreció con desdén. Tomás, sorprendido por la actitud de la ratita, decidió retarla a un concurso de habilidades para demostrarle que la belleza exterior no lo es todo.
Rosita aceptó el desafío creyendo que sería pan comido, pero pronto se dio cuenta de que Tomás, a pesar de ser pequeño, era astuto y trabajador. Durante la competencia, Rosita tuvo que esforzarse mucho más de lo que imaginaba y empezó a descubrir que la verdadera belleza reside en el interior. Pero, ¿habrá aprendido la lección la ratita presumida?
Rosita y Tomás se enfrentaron en diferentes pruebas donde el ratoncito demostró su destreza y humildad, mientras que la ratita presumida se vio en aprietos al descubrir que la belleza no lo es todo. Poco a poco, Rosita comenzó a apreciar el esfuerzo y la dedicación de Tomás, y sus sentimientos arrogantes se fueron transformando en admiración y respeto.
Finalmente, llegó el momento decisivo del concurso donde se debía demostrar quién era el ganador. Para sorpresa de todos, Rosita reconoció la valía de Tomás y, en un gesto de humildad, declaró que él era el verdadero vencedor. Desde ese día, la ratita presumida aprendió que la verdadera belleza radica en ser amable, generoso y humilde, valores que la llevaron a ganarse el cariño y respeto de todos los habitantes del pueblo.
Así termina la historia de la ratita presumida, un cuento que nos enseña que la belleza interior es la que perdura y que la vanidad y la arrogancia no nos llevan a ninguna parte. Recordemos siempre que lo más valioso de una persona está en su corazón y en sus acciones, no en su apariencia externa.